Comentario de un texto de René Descartes

«Pero si hay algunos que están persuadidos de que es difícil conocer lo que sea Dios, y aún lo que sea el alma, es porque no levantan nunca su espíritu por encima de las cosas sensibles y están tan acostumbrados a considerarlo todo con la imaginación –que es un modo de pensar particular para las cosas materiales– que lo que no es imaginable les parece no ser inteligible. Lo cual está bastante manifiesto en la máxima que los mismos filósofos admiten como verdadera en las escuelas, y que dice que nada hay en el entendimiento que no haya estado antes en el sentido, en donde, sin embargo, es cierto que nunca han estado las ideas de Dios y del alma; y me parece que los que quieren hacer uso de su imaginación para comprender esas ideas, son como los que para oír los sonidos u oler los olores quisieran emplear los ojos; y aún hay esta diferencia entre aquellos y éstos: que el sentido de la vista no nos asegura menos de la verdad de sus objetivos que el olfato y el oído de los suyos, mientras que ni la imaginación ni los sentidos pueden asegurarnos nunca cosa alguna, como no intervenga el entendimiento. »

R. DESCARTES. El discurso del método

1. TERMINOS
Dios: Es la Sustancia infinita, cuya esencia más clara es la de ser la absoluta perfección, que existe necesariamente y es el garante de la misma verdad, sin el cual la duda  podría extenderse sin límite y convertir nuestra  existencia y el deseo de certeza en un juego sin término. La existencia de Dios que es «causa sui» y de todos los demás seres se demuestra por la existencia en mí de la idea de infinitud y perfección que no forma parte de mi naturaleza. También se demuestra porque Dios es el único ser cuya esencia incluye su existencia (argumento ontológico).
Alma (Espíritu, Yo, Res cogitans): Sustancia pensante finita. Carece de partes. Constituye la auténtica esencia o naturaleza humana. Es una entidad autónoma e independiente de la materia y no necesita de ella para existir. El hombre está formado por la unión accidental del alma y del cuerpo. No es, como en la psicología tradicional (de raíz aristotélica y tomista), principio de vida sino de conciencia. Descartes no resolvió nunca el problema de la interrelación del cuerpo y del alma.
Cosas materiales (Cuerpo, Mundo, Res extensa): Sustancia finita extensa. «Entiendo por cuerpo aquello que puede estar delimitado por una figura, estar situado en un lugar y llenar un espacio; todo aquello que puede ser sentido, que pueda moverse no por sí, sino por alguna otra cosa que lo toca». En los cuerpos se pueden distinguir dos clases de  cualidades: primarias, que pertenecen   objetivamente a la naturaleza de la materia o extensión, tales como magnitud, figura, situación o movimiento; secundarias, que son cualidades subjetivas afectadas por nuestros sentidos, tales como calor, olor, sabor, etc.
Entendimiento (Razón, bona mens): La razón o buen sentido, o sea, la facultad de juzgar bien y de distinguir lo verdadero de lo falso, es única y universal, en el sentido de que es por naturaleza igual en todos los hombres. La razón es la única facultad que puede conducir al hombre al conocimiento de la verdad. La razón se opone, para el racionalista, no tanto a la fe, como a los sentidos, la imaginación y las pasiones, que son considerados como guías engañosas. El poder de la razón radica en la capacidad de sacar de sí misma las verdades primeras y fundamentales a partir de las cuales, conforme a un proceder puramente deductivo, es posible obtener muchas otras. Estas verdades primeras son denominadas ideas innatas, no tanto por que las poseemos desde que nacemos cuanto porque forman parte de nuestra naturaleza.

Ideas : La noción de idea que tiene Descartes es innovadora respecto de la filosofía tradicional. El pensamiento no recae sobre las cosas, sino sobre las ideas que son como imágenes de las cosas (representacionismo). Las ideas son, pues, los objetos del pensamiento. Descartes distingue tres tipos de ideas: ideas adventicias, que parecen proceder desde fuera de nuestro yo; ideas facticias, que nosotros construimos; ideas innatas, que tiene el pensamiento por su propia naturaleza.

2. ESTRUCTURA DEL TEXTO (TESIS E IDEAS PRINCIPALES)

«Pero si hay algunos que están persuadidos de que es difícil conocer lo que sea Dios, y aún lo que sea el alma, es porque no levantan nunca su espíritu por encima de las cosas sensibles y están tan acostumbrados a considerarlo todo con la imaginación –que es un modo de pensar particular para las cosas materiales– que lo que no es imaginable les parece no ser inteligible./// Lo cual está bastante manifiesto en la máxima que los mismos filósofos admiten como verdadera en las escuelas, y que dice que nada hay en el entendimiento que no haya estado antes en el sentido, en donde, sin embargo, es cierto que nunca han estado las ideas de Dios y del alma;/// y me parece que los que quieren hacer uso de su imaginación para comprender esas ideas, son como los que para oír los sonidos u oler los olores quisieran emplear los ojos;/// y aún hay esta diferencia entre aquellos y éstos: que el sentido de la vista no nos asegura menos de la verdad de sus objetivos que el olfato y el oído de los suyos, mientras que ni la imaginación ni los sentidos pueden asegurarnos nunca cosa alguna, como no intervenga el entendimiento. » ///

TESIS
La vía adecuada para el conocimiento de Dios y del alma no puede ser la de la imaginación y los sentidos, sino la del entendimiento

IDEAS PRINCIPALES
1.    Aquellos que creen que no es posible conocer a Dios y el alma es porque pretenden usar los sentidos y la imaginación que son aptas sólo para el conocimiento de las cosas materiales.
2.    Si, como afirman los escolásticos, nada hay en el entendimiento que no proceda de los sentidos, no es posible que poseamos las ideas de Dios y el alma por éstos.
3.    Pretender conocer estas ideas por medio de la imaginación y los sentidos, resulta tan imposible como pretender usar la vista para percibir sonidos u olores.
4.    No es posible que los sentidos y la imaginación nos den alguna certeza sin el concurso del entendimiento

3. RELACIÓN DEL TEXTO CON LA FILOSOFÍA DEL AUTOR
Descartes afirma que poseemos las ideas innatas de alma y Dios y estas ideas son obtenidas por la pura acción de la razón o entendimiento. Es inútil pretender alcanzarlas por medio de los sentidos, pues éstos sólo nos informan de la realidad material y eso de un modo dudoso por cuanto la imaginación y los sentidos no nos ofrecen de ella una idea clara y distinta, es decir, evidente.
Es, pues, la razón la única facultad humana que puede llevarnos a alcanzar un conocimiento seguro, incluso de aquellos objetos que parecen encontrarse muy alejados de nosotros siempre que la empleemos conforme a las exigencias del método. Es decir, es preciso dejar de lado y rechazar como falsas todas aquellas afirmaciones que no se hayan obtenido deductivamente a partir de una primera verdad evidente.
El texto se puede poner en relación con estos aspectos de la filosofía cartesiana: a) la duda metódica, que pone en entredicho cualquier conocimiento que no sea evidente la cual lleva consigo igualmente la afirmación de la sustancia pensante b) la afirmación de Dios como una idea innata la cual es garantía de la existencia del mundo y de que a mis ideas claras y distintas les corresponde alguna realidad objetiva.

a) Lo primero que hay que hacer, es rechazar todo el saber aceptado hasta ahora, dudar de todo y considerar provisionalmente como falso todo aquello sobre lo cual es posible albergar alguna duda (ni la imaginación ni los sentidos pueden asegurarnos nunca cosa alguna, como no intervenga el entendimiento). Descartes, sin embargo, no es un escéptico; así sería si pretendiera quedarse en la duda como una actitud definitiva ante las cosas. Por el contrario, Descartes utiliza la duda tan sólo como un procedimiento metodológico, cuya finalidad es encontrar una verdad indudable que confía alcanzar: la duda cartesiana es una duda metódica.
Este procedimiento se aplicará sistemáticamente -metódicamente- a todas las creencias, con una salvedad: solamente en lo que se refiere a la vida práctica se pueden seguir opiniones dudosas como si fueran ciertas dado que, de lo contrario, estaríamos condenados a la inacción. Por ello, se ve en la obligación de seguir unas máximas para la acción que constituirán una suerte de moral por provisión. Ahora bien, teóricamente, ningún conocimiento se sustrae a la duda: se debe dudar, en primer lugar, de los conocimientos sensibles, por ser los sentidos humanos engañosos porque de los que nos han engañado alguna vez, podemos suponer que nos engañen siempre; también es posible dudar de nuestros razonamientos ya que, a veces, nos equivocamos y cometemos errores hasta en las cuestiones más sencillas. Por esta razón tampoco las matemáticas se sustraen a la duda. Finalmente es posible dudar, incluso, de la realidad del mundo que nos rodea ya que, del mismo modo que cuando dormimos los sueños nos parecen reales, lo que llamamos realidad podría no ser más que un sueño para nosotros.
Pero todavía es posible una hipótesis más inquietante la cual expone en sus «Meditaciones»: Descartes se permite suponer, incluso, la existencia no ya de un Dios que, por naturaleza, es bueno y veraz, sino de un genio maligno que con su enorme poder hace posible que cada vez que creamos estar razonando correctamente en realidad nos estemos engañando. Así pues, la duda se hace exagerada o hiperbólica, y al afectar a todo se convierte en absolutamente universal.
Ahora bien, precisamente en el carácter radical de la duda cartesiana se presenta el principio de una primera certeza. Del mismo acto de dudar (que es una forma o modo de pensar) surge algo que resiste toda duda: el hecho de que estoy dudando, es decir pensando.
Yo puedo admitir que me engaño o soy engañado, puedo suponer que no existe Dios, ni los cuerpos que me rodean o que yo mismo carezco de él; pero para dudar y admitir que, quizá, todo es falso es necesario que yo, que en este preciso instante estoy dudando, sea algo y no nada. Pues ¿cómo siendo nada podría dudar o ser engañado? Presenta Descartes aquí algunas coincidencias con S. Agustín quien afirmaba, en contra de los escépticos que creían que era imposible mantener ninguna verdad, que la proposición «Si me equivoco, soy» debe ser aceptada como verdadera por el espíritu.
De manera que la afirmación «Pienso, luego soy» («Cogito, ergo sum») se presenta como  la primera certeza, capaz de resistir a todo posible motivo de duda por hiperbólico que sea. «Pienso, luego soy» es el punto de apoyo firme e inmóvil que, al modo de Arquímedes, le servirá para fundamentar toda la filosofía y le servirá de paradigma de toda certeza al ser una verdad clara y distinta o, lo que es lo mismo, alcanzada de modo inmediato, por intuición, aunque la expresión más famosa de Descartes  sugiere un proceso deductivo. Es lo que evita en las «Meditaciones» cuando dice: «esta proposición: yo soy, yo existo, es necesariamente verdadera, cuantas veces la pronuncio o concibo en mí espíritu»
De todo ello se sigue que mi existencia es verdadera por el hecho de que estoy pensando pero, respecto a mi propio cuerpo y al resto de las cosas, ninguna prueba tengo aún de su existencia. Por eso a la pregunta ¿Qué soy?, responde Descartes: yo soy una cosa que piensa, una res cogitans; es decir, una cosa o sustancia cuyo atributo o esencia es pensar y que posee diferentes modos tales como dudar, entender, afirmar, negar, querer, imaginar o sentir.
El problema es que la existencia indudable del yo no parece implicar la de ninguna otra realidad. Si yo pienso que el mundo o que Dios existen, lo único realmente cierto es que yo lo pienso, lo que es decir tanto como poseer sus ideas correspondientes, pero ¿Cómo demostrar la existencia de una realidad extramental, objetiva, que pueda corresponder a la idea que yo poseo de ella? Alcanzar la primera verdad no supone ninguna garantía respecto de las demás cosas mientras subsistan motivos de duda.

b) Así pues, Descartes necesitará iniciar un recorrido que le conduzca nada menos que a la existencia de Dios, pues sólo él podrá, en definitiva, echar abajo el más grave motivo de duda (exagerado, pero posible): la suposición de un genio maligno que procura que yo me equivoque permanentemente.
Si analizamos cualquier pensamiento, por ejemplo, que el mundo existe descubrimos ahí tres elementos diferentes: el yo que lo piensa, cuya existencia es indudable; el mundo como realidad exterior, cuya existencia es dudosa en virtud de que Descartes lo ha sometido a una duda exagerada, pero posible; y por último las ideas de mundo y de existencia que indudablemente poseo (aunque no tenga constancia de que el mundo exista).
De este análisis se puede concluir que el objeto del pensamiento no son las cosas sino las ideas lo cual le lleva a despreocuparse en principio de aquellas y le conduce a un análisis de éstas últimas. Sin embargo, el motivo último por el cual  Descartes lleva a cabo este análisis es que necesita salir de su propia conciencia pues de lo contrario la conciencia estaría encerrada en sí misma, sin posibilidad de reconocer otra cosa diferente de ella misma (solipsismo).
Según Descartes, pueden distinguirse dos aspectos de las ideas: las ideas en cuanto actos mentales y las ideas en cuanto que poseen un contenido objetivo, o  representan algo. En cuanto al primer aspecto todas las ideas poseen la misma realidad por cuanto todas se parecen y parecen estar en mi del mismo modo, no hay diferencia ninguna entre ellas; pero en cuanto a su contenido, su realidad es muy diversa.Descartes distingue tres tipos de ideas:
Ideas adventicias. Son aquellas que parecen provenir de nuestra experiencia externa a través de los sentidos (idea de árbol, de hombre..)
Ideas facticias. Son aquellas que la mente construye a partir de otras ideas (una sirena, un caballo alado)
Ninguna de estas clases de ideas puede servirnos como punto de partida para la demostración de la existencia de una realidad extramental. Las primeras, porque parecen provenir del exterior cuya existencia es problemática; las segundas, porque pueden ser arbitrariamente construidas por el pensamiento.
Ideas innatas. Son aquellas que no procediendo de fuera de mí, ni siendo construidas por mí, tienen que formar parte de la naturaleza del propio pensamiento y nacer con él. Son pocas, pero son las más importantes. Así, por ejemplo, las ideas de «pensamiento» o «existencia» que ni provienen del exterior, ni son construidas por mí, sino que me las encuentro en la intuición misma del «cógito».
Así pues frente a aquellos que sostienen que nada hay en el entendimiento que no haya estado antes en el sentido Descartes sostiene la existencia de las ideas innatas. Entre éstas, las únicas de las que puede poseer evidencia se encuentra las ideas de perfección e infinitud (que el atribuye a Dios). Esta idea requiere una causa real que la explique: no es adventicia ya que, en el supuesto de que existan, no pueden provenir de cosas imperfectas, finitas y limitadas) externas a mí. Todo lo que me rodea es, en efecto, finito; no es tampoco facticia pues no la puedo construir yo, que soy una cosa imperfecta y finita. Así pues, tan sólo una naturaleza infinita y perfecta -Dios- puede poner su idea en una naturaleza finita e imperfecta que la piensa.
Descartes aporta otras pruebas de la existencia de Dios, entre ellas una nueva formulación del argumento ontológico ya usado por S. Anselmo: la existencia pertenece a la esencia de Dios; es decir, del mismo modo que no podemos concebir un triángulo sin sus tres lados o una montaña sin valle, no se puede concebir a Dios sin su existencia, esta es una intuición clara y distinta.
En todo caso, interesa resaltar que Dios, la res infinita, es el elemento que sostiene todo el sistema cartesiano. Porque si Él existe, es una garantía de que las ideas claras y distintas son siempre verdaderas, ya que según lo concebimos es un Dios bueno y veraz y no un genio maligno, que haya podido dotar al ser humano de una facultad de conocimiento que le induzca a error. Así, la existencia del mundo o res extensa es demostrada a partir de la existencia de Dios, ya que éste no puede permitir que me engañe al creer que el mundo existe, pero ¿cuál es el mundo del cual yo puedo estar seguro? El que puedo percibir con claridad y distinción, es decir, un mundo geométrico, cuyas propiedades son matematizables (altura, anchura, figura), pues en cuanto al sonido, el color,  el olor, no son propiedades percibidas con claridad y distinción como formando parte de este mundo, sino que están en el sujeto. Según Descartes el conocimiento del mundo sensible queda limitado a las ideas claras y distintas de extensión, movimiento y figura. De hecho a partir de estas tres ideas deduce Descartes su física que consiste en una interpretación mecanicista de la naturaleza.

4. CONTEXTO HISTÓRICO-CULTURAL Y FILOSÓFICO.

CONTEXTO HISTÓRICO
En muchos sentidos la Edad Moderna representa la consolidación de una serie de cambios y transformaciones iniciados ya durante el renacimiento, aunque  también trae novedades importantes, por ejemplo en el plano religioso y político.
Desde el punto de vista político, la Edad Moderna se caracteriza por la cristalización de las monarquías absolutas: se van consolidando los estados modernos e independientes que se enfrentan en sus afanes colonialistas e imperialistas. Son numerosos los enfrentamientos bélicos, como la guerra de los treinta años (1618-1648) que afectó a casi toda Europa, en principio una guerra de religión entre católicos y protestantes, pero en la que se ponía en juego fundamentalmente la hegemonía europea.
Desde el punto de vista socio-económico hay que tener en cuenta que la sociedad estaba organizada en grupos llamados estamentos o estados con funciones propias, un estatus jurídico particular y una determinada ideología. La nobleza y el clero son los estamentos privilegiados que gozan de exenciones fiscales y ciertas particularidades jurídicas. El tercer estado incluía a los demás súbditos, ya fueran banqueros, comerciantes o jornaleros; todos estos coincidían sólo en el hecho de estar excluidos de la participación política. Como resultado del comercio marítimo y colonial destaca el ascenso de la burguesía, la clase revolucionaria que se enfrenta a los  privilegios de cuna de la nobleza y que paulatinamente impone la convicción de que la riqueza es el resultado de la manipulación y adaptación de la naturaleza a las necesidades humanas mediante el trabajo y el esfuerzo inteligente. Son numerosas las revueltas y revoluciones contra los regímenes absolutistas como es el caso de la «Gloriosa» revolución en Inglaterra (1688).
Desde el punto de vista cultural, prosigue la crisis de mentalidades que tiene su origen en el renacimiento con la revolución científica y que se manifiesta en el progreso del espíritu científico. Pierden terreno las supersticiones y creencias sin fundamento y gana fuerza la mentalidad racionalista. Es decir, un tipo de pensamiento caracterizado por la crítica de la tradición y del principio de autoridad y por una mayor confianza en las propias capacidades de investigación que ya había dado grandes resultados anteriormente (Galileo) y que, en lo sucesivo, los seguirá dando (Gassendi, Descartes, Leibniz, Newton). Una característica muy importante de la concepción moderna de la ciencia es el mecanicismo, que supone el abandono definitivo de una ciencia basada en cualidades ocultas y causas finales y su sustitución por una ciencia en la que todo se explica desde la causalidad eficiente. El mundo se concibe a la manera de un inmenso reloj, una máquina cuyas partes se encuentran relacionadas unas con otras y cuyo conocimiento hace posible la explicación de cualquier efecto en la naturaleza.  En el plano artístico, el barroco es el movimiento que triunfa, un arte grandioso en el que se manifiesta el dinamismo, la desconfianza y el pesimismo.
En el plano religioso, la reforma propuesta por Lutero y Calvino provoca la división de Europa en dos mitades enfrentadas. Las guerras de religión crearon un clima de intolerancia que marcó la vida diaria y la cultura de esta época. Además de la ya mencionada guerra de los treinta años que tienen lugar sobre todo en Alemania, fueron frecuentes las persecuciones y matanzas, como la de los hugonotes en Francia durante la noche de San Bartolomé. En general, el norte y centro de Europa se inclinan por el protestantismo y el sur por el catolicismo. Desde dentro de éste también hubo una reforma, promovida en el Concilio de Trento para fortalecer el catolicismo, pero para entonces la división religiosa de Europa ya era un hecho.

CONTEXTO FILOSÓFICO
El primer período de la filosofía moderna es original y creador; está dominada por dos grandes corrientes de pensamiento: el racionalismo y el empirismo, cuyas áreas geográficas de implantación son, con algunas excepciones, Europa continental y las Islas Británicas, respectivamente.
A esta primera época de la filosofía moderna, sigue un momento de asimilación y difusión que tiene características propias: la Ilustración, que coincide prácticamente con el siglo XVIII y que se desarrolla principalmente en Inglaterra, Francia y Alemania.

El Racionalismo
Descartes es considerado  como el máximo representante del racionalismo, movimiento de gran proyección en la historia de la filosofía
Las características principales del racionalismo son la confianza prácticamente ilimitada en la razón humana y la búsqueda de un método adecuado de conocimiento.
La razón es la única facultad que puede conducir al hombre al conocimiento de la verdad. La razón se opone, para el racionalista, no tanto a la fe, como a los sentidos, la imaginación y las pasiones, que son considerados como guías engañosas. El poder de la razón radica en la capacidad de sacar de sí misma las verdades primeras y fundamentales a partir de las cuales, conforme a un proceder puramente deductivo, es posible obtener muchas otras. Estas verdades primeras son denominadas ideas innatas.
El paso siguiente consiste en buscar un método fiable de búsqueda. Ahora bien, ante estos pensadores las ciencias matemáticas -y particularmente la geometría- se presentaban como un modelo de seguridad, de progreso en los conocimientos y de universalidad de las verdades alcanzadas. En definitiva, de sabiduría humana. Esta es la razón por la cual quieren proceder del mismo modo que los matemáticos, de tal modo que el sistema construido posea la misma evidencia y necesidad que un sistema matemático. El objetivo es una “mathesis universalis”, una ciencia universal que tenga la misma seguridad que las matemáticas. Todas estas características las encontramos  en Descartes y será, precisamente su sistema, el que sirva de modelo a otros pensadores racionalistas y el que recibirá, también, las primeras críticas de los representantes del otro gran movimiento de la época: el empirismo.
Leibniz (1646-1716), desarrolla la idea cartesiana de la mathesis universalis en su “Arte combinatoria” y trata de resolver los problemas de la sustancia planteando una infinitud de mónadas,  sustancias dinámicas, inextensas, simples que dan lugar a las formas del mundo mediante una armonía preestablecida por Dios.  Espinosa o Spinoza (1632-1677) parte de la definición de sustancia cartesiana para afirmar la existencia de una única sustancia infinita y divina que se identifica con la naturaleza (monismo panteista). Malebranche (1638-1715) intenta superar las contradicciones cartesianas en la explicación del hombre acudiendo a una teoría ocasionalista según la cual las criaturas son ocasiones del poder y de la eficacia de la voluntad divina. Mención aparte merece Pascal (1632-1662), racionalista en sus comienzos, pone límites a la razón en su pretensión de llegar a conocerlo todo, pues piensa que «el corazón tiene razones que la razón no entiende».

El empirismo
Se entiende por empirismo moderno la línea de pensamiento que se inicia en Gran Bretaña a partir de la publicación del Ensayo sobre el entendimiento humano de John Locke (1632-1704), considerado el padre de la filosofía empirista. Los continuadores más importantes serán George Berkeley (1685-1753) y David Hume (1711-1776). Los principales filósofos británicos están metidos ya de lleno en la edad moderna y más concretamente en la  corriente ilustrada, razón por la cual desde un punto de vista histórico sería más adecuado estudiarles dentro de la Ilustración junto a personajes como Rousseau, Voltaire o Kant con quienes tienen muchos puntos en común, pero tradicionalmente se les estudia en oposición a la corriente racionalista continental.
La filosofía británica destacó desde el fin de la edad media por una gran preocupación por la experiencia. Así, los antecedentes del empirismo moderno los encontramos ya en personajes como Robert Grosseteste, Roger Bacon,  y William Ockam.
Sin embargo, las influencias más recientes y decisivas en el desarrollo del empirismo fueron, sobre todo, Francis Bacon (1561-1626) e Isaac Newton (1642-1727). El primero da una gran importancia a la ciencia natural y, frente al método deductivo de los aristotélicos -basado en el silogismo-, propone un método inductivo, en el que los sentidos juegan el papel principal. Además, se rebela contra el uso abusivo del principio de autoridad en la investigación. El segundo no es sólo un teórico, sino un científico de prestigio. Su ideal consiste en la creación de una filosofía experimental que llegue, también a través de un método inductivo, desde los efectos particulares hacia el conocimiento de las causas más universales. Propone partir de los hechos y no admitir ninguna conclusión que no proceda de la experiencia. La física, que Newton llevará a su máxima expresión en su tiempo, será el modelo de conocimiento de los empiristas.
En la filosofía empirista británica el problema del conocimiento, es decir, el problema de su origen, validez y alcance va a ser el tema principal o, al menos, el tema previo e imprescindible antes de comenzar cualquier otra investigación.
Como ya sabemos, los racionalistas habían asumido la doctrina de las ideas innatas los empiristas, sin embargo, rechazan la presencia de ideas innatas en nuestra mente. El punto de partida del Ensayo sobre el entendimiento humano de Locke es que en la conciencia no hay ningún contenido que sea previo a la experiencia. La mente es en el momento de nacer -como ya dijera Aristóteles- una «tabula rasa», un «papel en blanco» en el que nada hay impreso. Todas las ideas -simples o complejas- que luego poseemos proceden de nuestra experiencia sea de un modo inmediato (por sensación), sea de un modo mediato (por reflexión de la mente sobre las ideas de sensación). John Locke deja libre el camino para que otros adopten una postura  más abiertamente antimetafísica: tal es el caso de David Hume.

La Ilustración
La Ilustración fue un amplio movimiento de ideas, no sólo de carácter estrictamente filosófico sino cultural en general, que constituyó un cierto estado de espíritu que vino a impregnar todas las actividades humanas; literarias, artísticas, religiosas…etc. Respecto a la filosofía no es fácil concretar el significado del término Ilustración, ya que no es tanto una filosofía, cuanto una actitud que está presente en filosofías distintas. La Ilustración se caracteriza ante todo por su optimismo en el poder de la razón y en la posibilidad de reorganizar a fondo la sociedad a base de principios racionales. Esta actitud puede resumirse en las palabras de Kant: «atrévete a saber». La humanidad, consciente de su mayoría de edad, se despega de la censura que marcan la religión y las normas sociales constrictivas y con la sola ayuda de la razón intenta disolver los aspectos oscuros en los distintos ámbitos de la vida humana.
Se extiende y desarrolla aproximadamente durante el siglo XVIII, al que suele designarse como el Siglo de las Luces, justamente por razón de esa exigencia de clarificación que se propuso con respecto a todos los aspectos o dimensiones de la vida humana. Hay que tener en cuenta que la Ilustración tiene lugar en la época de las revoluciones burguesas desde la Gloriosa revolución de 1688 en Inglaterra a la revolución francesa de 1789. En cierta medida,  el pensamiento ilustrado viene a influir en la lucha contra el antiguo régimen aristocrático, expresa la ideología crítica de las clases medias y la concepción liberal y tolerante en todos los órdenes, fundamentalmente en el político y religioso.
Los países en los que la Ilustración tuvo mayor fuerza y relieve fueron Inglaterra en donde se originó; Francia en donde adquiere gran brillantez, y Alemania, a donde pasó desde Francia. En cada país la Ilustración se configura de distinto modo.
La Ilustración inglesa (Enlightement) tuvo un carácter sobre todo empirista y epistemológico que significa el afán por el dominio de la naturaleza (Newton, Locke, Hume); no se puede olvidar la labor de algunos de estos filósofos que fueron activos propagandistas en favor de la libertad del individuo y de la tolerancia mutua (Hume) y abanderados de la separación de poderes (Locke). También se cultivaron cuestiones relacionadas con la religión dando lugar al «deismo» que representa el intento de refundar la religión sobre una base racional alejada de las supersticiones, o sea, una religión «natural» que pueda constituir un punto de convergencia o concordia para todos los seres humanos (Toland).
La Ilustración francesa (Les lumieres) es la que mejor sintetiza las aspiraciones de este período. Encierra pensamientos y posturas filosóficas heterogéneas. Siendo una época de grandes tensiones sociales, son las cuestiones de orden moral, del derecho y del denominado progreso histórico las más relevantes (Voltaire, Montesquieu). Pero los objetivos del hombre ilustrado se expresan mejor que en ningún otro sitio en La Enciclopedia (Diderot, D´Alembert) que surge precisamente como un intento de síntesis del saber de esta época y como instrumento de divulgación de las nuevas ideas ilustradas. Su subtitulo: «Diccionario razonado de las ciencias, de las artes y de los oficios» refleja la preocupación de los enciclopedistas por extender aquellos conocimientos considerados más útiles para el desarrollo de la humanidad. Rousseau (1712-1778) uno de sus colaboradores iniciales –  se alejará progresivamente del resto de sus contemporáneos y, aunque trata temas comunes a los ilustrados como son la educación y la organización política de la sociedad, criticará la supervaloración de la razón, de la civilización y del progreso humanos en favor de las pasiones, del sentimiento y de la libertad más propia, según Rousseau, del estado de naturaleza en que anteriormente vivía el hombre que de la sociedad civilizada. Por estos motivos se le puede considerar, también, un precursor del romanticismo.
La Ilustración alemana (Aufklärung) comienza con un cierto retraso y con una directa influencia de la francesa. Fundamentalmente será un movimiento impulsado desde el poder por Federico II que, en el proceso de modernización de Prusia, pretende introducir en la legislación las ideas de los ilustrados y reformar la enseñanza. En este sentido la Ilustración alemana es obra de mentes aisladas más que fruto de un ambiente general. Cabe destacar a Wolff, Baumgarten y sobre todo a  Immanuel Kant (1724-1804) para quien la Ilustración es la tarea ineludible y, por otro lado, necesaria, inevitable, que debe llevar a cabo una humanidad que se sirve autónomamente de su razón en su camino hacia sociedades más libres y justas. Hay que tener el valor de servirse del propio entendimiento, la razón es autónoma, autosuficiente, por lo que se exige confianza en ella y, en consecuencia, la decisión de servirse de ella con independencia, sin otros limites que aquellos que les vengan dados por su propia naturaleza. De ahí también la necesidad de analizarla y reconocer sus límites pues, a diferencia de los racionalistas, ahora se la entiende no como una facultad ilimitada sino como una capacidad humana que, susceptible de desarrollo, necesita contar con la experiencia de donde recoge los datos a partir de los cuales trabaja.
La razón ilustrada, que es de suyo autónoma, necesita ser clarificada eliminando o apartando aquello que estorba su autonomía. Es pues una razón crítica. Crítica de los prejuicios, de la tradición y de la autoridad externa, es decir, aquella que no es reconocida como tal por la propia razón. Es también crítica de la superstición religiosa, es decir, se dirige no tanto contra una idea de Dios, sino contra una determinada representación unilateral de Dios, de la jerarquía y de la vida religiosa. Por ello, la razón ilustrada es, frente a cualquier fanatismo, tolerante.

5. RELACIÓN DEL TEXTO CON LA FILOSOFÍA Y ACONTECIMIENTOS DE OTRAS ÉPOCAS

Podemos señalar semejanzas entre la filosofía de Descartes  y otros pensadores anteriores. Destacamos a los siguientes:
PLATÓN, al igual que Descartes, desprecia el conocimiento sensible. El verdadero conocimiento debe ser universal y necesario y versar sobre realidades inmutables. Estas condiciones no las cumple la percepción sensible, por lo cual es preciso afirmar una facultad cognoscitiva distinta, la razón, que capta esas realidades eternas, las ideas. Noesis y Dianoia, son grados de conocimiento racional que se asemejan funcionalmente a las únicas operaciones mentales que Descartes reconoce como seguras: la intuición y la deducción. Por su parte las ideas son los objetos del conocimiento y ambos reconocen que son innatas, si bien, a diferencia de Platón, Descartes afirma que las ideas están en el yo y no en un mundo separado.
Otra teoría en la que podemos encontrar alguna influencia de Platón es el dualismo antropológico. Para este autor, el hombre es una unión accidental entre alma y cuerpo. El hombre es principalmente un alma que vive encerrado en una cárcel corpórea. Para Descartes el alma es una sustancia pensante, totalmente independiente del cuerpo extenso y más fácil de conocer que éste último.

ARISTÓTELES alejandose de Platón establece que el ser humano es una sustancia compuesta de materia y forma, afirmación también defendida por el tomismo y que Descartes rechaza. Rechaza igualmente la idea escolástica, originalmente aristotélica, mencionada en este texto  de que nada hay en el entendimiento que previamente no haya pasado por los sentidos

SAN AGUSTÍN,  criticando el escepticismo de los académicos, presenta como argumento: “Si enim fallor, sum” (si me engaño, existo), prácticamente coincidente con la expresión “Pienso, luego existo” que figura en el Discurso del método. En ambos casos se afirma la evidencia inmediata de la existencia del sujeto pensante y la imposibilidad de una duda definitiva o escéptica. En este autor encontramos también un alejamiento del exterior y una llamada a la interioridad para encontrar las verdades fundamentales inmutables y permanentes que se encuentran en la mente. De manera semejante a como planteará Descartes, San Agustín señala que tales verdades precisan de una causa proporcionada que las cause, y esta no puede ser otra que Dios.

SAN ANSELMO presenta una prueba de la existencia de Dios que en esencia es el mismo que presenta por Descartes en la cuarta parte del Discurso del método. La idea que poseo de Dios como el ser mayor que pueda pensarse, esto es, el más perfecto, incluye necesariamente su existencia, pues de lo contrario no se trataría de Dios. Se trata de un argumento a priori, pues parte de la causa al efecto.

SANTO TOMÁS plantea en sus vías el principio de causalidad como fundamento de sus vías para demostrar la existencia de Dios. En la tercera de ellas plantea que todo ser contingente es necesariamente causado, y no siendo yo causa de mi mismo y siendo imposible llevar al infinito una serie de causas debo buscar esta causa en un ser necesario, Dios. Se trata de argumentos a posteriori, que parten de los efectos para llegar a la causa.

EMPIRISMO. Las ideas cartesianas tuvieron una réplica inmediata entre los empiristas británicos, como Locke o Hume, quienes comparten que nuestro conocimiento es un conocimiento de ideas, pero niegan la existencia de las ideas innatas. Siguiendo la máxima aristotélica antes mencionada, para estos filósofos todo nuestro conocimiento procede de la experiencia sea de un modo inmediato o mediato.

Aquí plantearé la influencia de la filosofía cartesiana sobre otros autores, aunque de momento ya teneís bastante ¿no?

Ya nos hemos referido brevemente a algunos filósofos racionalistas y empiristas tratando del contexto histórico. Ahora mencionaremos a algunos filósofos en los cuales la filosofía cartesiana ha influido de un modo u otro.

KANT que comienza siendo un filósofo racionalista despertará de su sueño dogmático tras la lectura de Hume. Llevará a cabo la síntesis de los postulados racionalistas y empiristas. Los racionalistas afirman que, puesto que la razón produce naturalmente ciertos conceptos sin derivarlos de la experiencia (ideas innatas), podrá conocer el conjunto de la realidad construyendo un sistema científico a partir de estos conceptos y sin necesidad de recurrir a la experiencia (a priori). El racionalismo es dogmático porque pretende alcanzar conocimiento sin haber examinado el modo ni el derecho con que la razón llega a ellos (no es crítico).  Por el contrario, los empiristas afirman que nuestro conocimiento comienza con la experiencia pero -nos dice Kant- esto no significa que todo nuestro conocimiento se reduzca a ella, pues realmente sucede que el entendimiento produce espontáneamente las reglas a priori que hacen posible esa misma experiencia. La experiencia servirá para obtener información nueva, pero la necesidad y la universalidad del conocimiento sólo la darán las condiciones a priori.  Kant lleva a cabo una crítica de la metafísica arruinando sus pretensiones de ser una ciencia, pues sus objetos (Alma, Dios, Mundo como totalidad) son incognoscibles, aunque se mantienen para el ser humano como ideas que orientan su actividad intelectual mostrando el impulso natural del hombre a saber.

HEGEL presenta su filosofía como Sistema del Saber Absoluto que tiene como objetivo comprender el modo en que la realidad infinita (Espíritu, Idea, Dios) se despliega y aparece precisamente a través de sus manifestaciones finitas, no de una forma lineal sino dialéctica. La propia historia universal es la realización de un plan  divino cuya meta es la conciencia en la idea de la libertad y a la luz de este principio todo lo que sucede en ella tiene sentido. Por eso, “todo lo real es racional y todo lo racional es real”.

FREUD nos dice que el ser humano desconoce buena parte de lo que es en realidad, porque bajo una capa superficial de racionalidad y conciencia, se esconde un elemento oscuro e ingobernable: el inconsciente, origen y causa fundamental de nuestro comportamiento. El inconsciente freudiano se rige por el principio del placer: desea satisfacer sus tendencias sexuales y agresivas, pero la sociedad y la cultura no se lo permiten. El yo es solo una parte de la personalidad, en tensión con el inconsciente; incluso los actos más cotidianos, los olvidos, los sueños o las equivocaciones, que hasta entonces se habían considerado irrelevantes, se convierten en medios donde el psicoanalista puede bucear para acceder a las profundidades del inconsciente. También el arte o la religión se pueden interpretar desde el psicoanálisis.
HUSSERL se propone convertir la filosofía en una ciencia estricta y para ello pretende volver a las cosas mismas. El método fenomenológico propuesto por Husserl parte de una triple epojé (una puesta entre paréntesis) que recuerda el proceso de la duda metódica que nos permita captar la esencia de cada cosa. A diferencia de Descartes, el Yo es en Husserl un sujeto intencional que no queda encerrado en sí mismo sino que ya apunta al objeto.

ORTEGA Y GASSET nos dice que el racionalismo ha tenido la virtud de superar el realismo ingenuo de la filosofía tradicional para el cual las realidad radical es el mundo, pero, carece de sentido decir que ésta es la realidad radical, porque las cosas precisan de un testigo, de un yo para quien se dan. El error del idealismo, por su parte, estriba en su enorme cautela y desconfianza que hace que las cosas se comporten como ideas, existiendo sólo, por tanto, el yo y la razón que termina siendo una razón matemática o lógica. Por ello lo iniciado en el siglo XVI debe ser desechado y el idealismo debe ser también superado, aunque sin caer por ello en el anterior realismo. El yo, no es un yo puro, abstracto, sino que es siempre un yo y su circunstancia. Esto es tanto como decir que la realidad radical es la vida.

8 Respuestas a “Comentario de un texto de René Descartes

  1. ¡Muchas gracias Jorge!

    • Gracias a tí y los que siguen el blog. Lo que voy a hacer a continuación es colgar un texto e indicar sólo pautas, porque soy consciente de la gran extensión del anterior. Completarlo sería un buen ejercicio. Saludos.

  2. Está muy bien, gracias!!!

  3. Muchísimas gracias por tu trabajo! Soy estudiante de segundo de bachiller y me sirve de mucha utilidad

  4. Increible comentario, me ha servido muchísimo, sigue así por favor!!!

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